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4.3.07

CARO PARA VERLAS TAN FLACAS Y ARTIFICIALES

Para una hormiguita este hongo es un gigante...


"TODO ES DE ACUERDO AL CRISTAL CON QUE SE MIRA"

Le dijeron "sin devolución" y le entregaron a cada funcionario dos tarjetas para el desfile del Potrero.
Algunos quisieron cabrestear,pero le hicieron saber que era una prueba de fe.Se la descontarán de la planilla.Les costaba sonrreir,pero por dentro era la procesión.Se sintieron denigrados,violados en su libre albedrío.
El mayordomo de la corte tomo la determinación y ,claro, nada hace éste sin que "el jefe" lo haya decidido.
Si es un "pico y pala" los $ 200+$ 200 igual a $ 400 es un sueldo.
Pero para la "new class" de nuevos y exitosos ricos del "stablisment" son chirolas.-
Gran malestar causó la imposición de comprar dos entradas para ver a las "flaquitas de siliconas" en el Potrero.-
Si hubiera sido para recaudar fondos para alguna cooperadora podría haberse justificado.Aunque la forma también era agraviante.
Pero para algo tan "especial" como este desfile de modelos no.
En los mentideros se dice que un abogado con estirpe de dignidad las devolvió con una nota, y -se cree- ya le habrían dicho "afuera,aquí solo hay lugar para cortesanos".-

Vea abajo en “la ejemplaridad del rey”.

"La imitación es su faz visible: las expresiones físicas y psíquicas del rey son copiadas escrupulosamente por los miembros de su entorno. “Cuando en la corte de Uganda reía el rey, reían todos; cuando estornudaba, estornudaban todos; cuando tenía un enfriamiento, todos aseguraban tenerlo; si se cortaba el pelo, todos se hacían cortar el pelo”. Así, los cortesanos terminan pareciéndose a marionetas:


Pepe Biela

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lunes | 13.07.1998
Clarín.com » Edición Lunes 13.07.1998 » Política » El dueño de Spartacus salió a defender al juez Oyarbide



ESCANDALO EN LA JUSTICIA: JOSE ANTONIO SOLDANO HABLA POR PRIMERA VEZ
El dueño de Spartacus salió a defender al juez Oyarbide






Intenta neutralizar, afirma, las barbaridades que dijo Garbellano
Asegura que él nunca pagó protección policial o judicial
Dice que Oyarbide es una víctima
Pero admite haberlo visto en el edificio del prostíbulo







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DANIEL GUTMA
El costado más sórdido del caso Oyarbide explotó con la difusión televisiva del ya célebre video íntimo del juez y la declaración ante la Justicia de Luciano Garbellano. Pero el escándalo todavía puede reservar nuevas sorpresas.Lo de Garbellano complicó aún más al juez federal. El último martes lo acusó, entre otras cosas, de haberle brindado protección al prostíbulo masculino Spartacus, a cambio de entre 10 mil y 15 mil dólares mensuales, más la provisión gratuita de servicios y champán en el local.Mientras la defensa del juez sostiene que los dichos de Garbellano son producto de una negociación con el grupo de fiscales que encabeza Norberto Quantín -cuyo objetivo sería mandar a Oyarbide a la cárcel-, aparece públicamente en escena uno de los personajes que la historia tenía todavía ocultos.José Antonio Soldano era -según figura en el expediente que lleva adelante el juez Fernando Rodríguez Lubary- uno de los tres dueños de Spartacus, junto a su hermano Daniel y a Garbellano. Y está imputado en la causa, por violación a la ley de profilaxis y por cohecho, a raíz de que presuntamente le entregaba dinero a la Policía para que permitiera el funcionamiento del prostíbulo.Soldano charla con Clarín pero no quiere fotos. Dice que se decidió a hablar por las barbaridades que dijo Garbellano, a quien califica como un delincuente sin códigos. Su versión de la historia coloca a Oyarbide como una víctima, cuya conducta ha sido irreprochable. No casualmente, Soldano estuvo reunido en los últimos días con el abogado de Oyarbide. Y no casualmente, éste pedirá a la Justicia que Soldano sea citado nuevamente a declarar.Soldano sostiene que él era el único dueño de Spartacus y que Garbellano era un taxi boy que yo contraté. Dice que el negocio primero funcionó en el séptimo piso del edificio de Anchorena 1684, y que luego, por obvios problemas con el consorcio, se trasladó a Agüero 1916. Afirma que en el local trabajaban unos 20 hombres, que se facturaban unos dos mil pesos por día, que con el 40 por ciento de ese dinero se les pagaba a los taxi boys y que sus ganancias netas mensuales estaban en el orden de los seis mil o siete mil pesos. Agrega que nunca hubo un sistema de cámara de videos instalado en las habitaciones del prostíbulo.Y, tal vez lo más importante, asegura: Nunca invertí un peso en protección de la Policía o de Oyarbide. A Spartacus no lo protegía absolutamente nadie. Estaba cubierto porque lo tenía habilitado como un lugar donde se realizaban servicios relacionados con espectáculos teatrales, contratación de actores y modelos.Sin embargo, el comisario Roberto Rosa -ex jefe de la División de Seguridad Personal- está seriamente sospechado de haber cobrado por proteger a Spartacus. Ariel Maximiliano Paz, un taxi boy que habría trabajado allí, denunció ante la Justicia que él personalmente le llevaba el dinero mensual a Rosa.En la versión de Garbellano, el dueño de Spartacus era él. Y Soldano, si bien había alquilado en persona el local de la calle Agüero, era un socio minoritario que se llevaba el 28 por ciento de las ganancias. Según Garbellano, Oyarbide iba a Spartacus todos los viernes y sábados.Es cierto lo que dijo Oyarbide -afirma Soldano-: Garbellano vivió durante seis o siete meses en el tercer piso del edificio donde funcionaba Spartacus. El juez lo visitó varias veces allí sin saber que en el primer y el segundo pisos funcionaba un prostíbulo. Porque entraba y subía por el ascensor hasta el tercero.-¿Usted lo vio a Oyarbide allí?-Alguna vez lo vi. Garbellano me lo presentó como un amigo suyo que era juez. Lo había conocido en el restorán El Mirasol de la Recova (donde Oyarbide supuestamente amenazó de muerte a un recepcionista). Garbellano es un trepador, que quería aprovechar las influencias de un juez federal. A todo el mundo le decía que era sobrino de Oyarbide, incluso después de que se pelearon.-¿Por qué se pelearon?-Garbellano le pidió dinero a un amigo de él para poner un prostíbulo de travestis, que llamó Reverse (en Scalabrini Ortiz 670). A este amigo le dijo que él tenía influencias como para no tener problemas con la Policía. Reverse fue clausurado a los 20 o 25 días. Entonces Garbellano le pidió ayuda a Oyarbide, quien se la negó. Ahí se distanciaron.Soldano asegura que en ese tercer piso del edificio, donde vivía Garbellano, se lo filmó con una cámara oculta a Oyarbide cuando le presentaban a un joven musculoso al que saludaba afectuosamente. Tal como se vio en el video que difundió Canal 9. Pero tiene dudas de que efectivamente se haya filmado al juez en una relación sexual con otro hombre.Una vez que ya se había peleado con Oyarbide -dice Soldano-, Garbellano empezó a negociar el video. No sé a quién o a quiénes, pero pidió cifras increíbles. Más de un millón de dólares. Finalmente, en el medio de esa negociación, lo balearon en Zárate.Entonces -agrega- se decidió a extorsionar a Oyarbide, que hasta ahí no sabía nada de la filmación. Le mandó una carta a la casa, donde inventó que le debía 118.600 dólares por servicios a sus amigos en Spartacus. Y le dijo que nunca iba a llegar a ser camarista federal.
















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