LOS HERMANOS DE MORANDINI TAMPOCO APARECIENRON
Ellos, como tantos otros, murieron para que los argentinos descubriéramos el valor de la libertad y la convivencia democrática.
Tal como le sucedió a Europa después de Auschwitz, entre nosotros también fue el terror el que nos dejó una idea de derechos humanos, ajenos a nuestra tradición autoritaria. Hoy, los consideramos valores universales y se han convertido en una herramienta política poderosísima de las democracias modernas.
Los derechos humanos no deben agitarse sólo por la denuncia de su violación. Cualquier sistema institucional que se diga democrático debe garantizar esos derechos ciudadanos, como lo son el derecho a opinar y el derecho de la sociedad a ser informada. Son derechos que obligan a los hombres y las mujeres públicos a dar respuesta de sus actos. Se trata de la publicidad de sus acciones, no de la propaganda de sus partidos o de sus personas. Esa confusión entre gobierno y Estado se vive como normalidad, sin saber que el Estado no debe generar miedo, sino liberarnos del miedo.
Reconozco lo doloroso que resulta que nos sometan a la mentira o a la desconfianza, y afirmo que sólo la defensa de la libertad del decir nos dará autoridad para exigir la responsabilidad inherente a todo acto de libertad.
En un país de muertos insepultos, sin tumbas ni cruces, es comprensible que los derechos humanos se conjuguen mejor con la muerte que con la libertad y con el respeto.
Sin embargo, los argentinos hemos dejado atrás los tiempos de la infancia, cuando desde el poder se nos decía cómo debíamos pensar, a quién debíamos rezar y a quién llevar a la alcoba. Hoy se trata de que seamos respetados y de que los que pensamos de manera diferente de las mayorías no seamos descalificados o acallados en el debate público. No importa la versión que tengamos de nuestra historia trágica: lo que cuenta es la honestidad de intenciones. La mía. Vivo la ausencia de mis dos hermanos desaparecidos como una inmolación generacional. Ellos, como tantos otros, murieron para que los argentinos descubriéramos el valor de la libertad y la convivencia democrática. Y ése es mi compromiso, en memoria de Néstor y Cristina.
Norma Morandini
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