Etica de la victoria y la ética de la derrota
Sin comicios sinceros no hay democracia
Claroscuros de la historia pasada; claroscuros de la historia presente. La democracia republicana supone fidelidad a una doble ética: la ética de la victoria y la ética de la derrota. Estas convicciones razonables aún no han arraigado entre nosotros. Por eso podemos festejar por Santa Fe y lamentar por Córdoba.
. Debemos insistir una y mil veces: sin comicios sinceros no hay democracia que valga. Cuando el fraude, directo o indirecto, hace de las suyas y subvierte la suma de voluntades de la ciudadanía, las prácticas políticas conforman aquello que Samuel Finner llamó “democracia de fachada”: pura pintura exterior, gracias a la labor de los manipuladores del voto, y mal olor en la trastienda.
Sin comicios sinceros no hay democracia
Claroscuros de la historia pasada; claroscuros de la historia presente. La democracia republicana supone fidelidad a una doble ética: la ética de la victoria y la ética de la derrota. Estas convicciones razonables aún no han arraigado entre nosotros. Por eso podemos festejar por Santa Fe y lamentar por Córdoba.
. Debemos insistir una y mil veces: sin comicios sinceros no hay democracia que valga. Cuando el fraude, directo o indirecto, hace de las suyas y subvierte la suma de voluntades de la ciudadanía, las prácticas políticas conforman aquello que Samuel Finner llamó “democracia de fachada”: pura pintura exterior, gracias a la labor de los manipuladores del voto, y mal olor en la trastienda.
Natalio R. Botana
Vea más,haga clic en comentarios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario