QUIENES SON LOS
INTEGRANTES DE
LAS SAPEM !
¿EN QUE SE USAN LOS
FONDOS RESERVADOS?
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GUSTOS
POR ENRIQUE PINTI
Se habla mucho -y con razón- de la intolerancia, esa manifestación de lo peor del género humano que ha generado tantas desgracias, guerras y sangrientas persecuciones. El que esto escribe se ha manifestado, una y mil veces, contrario a semejantes afrentas al espíritu libre, que nunca debería conocer la tristeza de sentir la marginación y la demonización a las que en tantas oportunidades es enfrentado por sectores retrógrados. La política, el sexo y la religión han sido y son los principales terrenos donde florece con mucha violencia la intolerancia, y uno se pregunta -al ponderar los resultados nefastos que esas luchas por imponer una sola opinión han causado a la humanidad- si alguna doctrina, por buena que sea, justifica la aniquilación, el terror y el genocidio.
Y la respuesta de los seres razonablemente tolerantes y mínimamente civilizados es un rotundo no. Pero, ¿somos conscientes de que en la vida diaria, en cuestiones más frívolas y superficiales, nuestra supuesta tolerancia choca contra el muro del individualismo más elemental y no somos capaces de reconocer que hay otras opciones y otras posiciones ante cosas cotidianas a las que habría que respetar sin discutir?
Los fanáticos del fútbol no pueden entender que un grupo de seres humanos no sientan la menor excitación por esa "pasión de multitudes", los que son indiferentes al fútbol se hartan y protestan contra los hinchas que perturban reuniones familiares con acaloradas discusiones sobre directores técnicos, goles y penales.
Los que han hecho del tenis su razón de vida no toleran que los "profanos" manifiesten que lo único que les produce tal deporte es aburrimiento extremo y dolor de cervicales por la rotación del cuello constante a que deben someterse para seguir el desarrollo de los sets.
El boxeo es nobleza y vigor para unos y salvajada injustificable para otros. Y no hay tu tía. Ni hablar de las corridas de toros, que han generado y siguen generando polémicas acaloradas entre los fanáticos y los detractores. Este ciudadano argentino recomienda no mencionar el tema en España so pena de ser"deportado" del círculo de amigos ibéricos. Los que amamos Nueva York y no nos interesa Miami debemos aguantar miradas desaprobatorias, acarrear con la sospecha de esnobismo cultural "progre"y, viceversa, los supuestos progres lanzamos dardos venenosos a los que prefieren Ocean Drive a la calle Broadway. Los que mueren por la ópera no entienden cómo otra parte del género humano puede roncar hasta caerse del palco en medio de un aria de Wagner, de Verdi o de Puccini.
Los que glorificamos el género del musical norteamericano o británico nos sentimos ofendidos por los que no resisten más de quince minutos la interrupción del diálogo para cantar una canción, por bella que sea. y bailar en los momentos más inesperados.
Los friolentos no toleran a los que opinamos que el fresco otoñal con sus dorados tintes de hojas secas y la fantasmagórica luz del sol tranquilo y apagado son los mejores momentos del año atmosféricamente hablando, y los que funcionamos mejor con la energía del frío somos mirados como marcianos por los que consideran que dieciocho grados centígrados son "la Siberia".
Los que darían su vida por una buena paella de mariscos, una cazuela de pulpo y una sopa de erizo consideran pecadores salvajes "antigourmet" a los que el aroma del fruto de mar nos produce sensación de asco.
Y, a su vez, los que odiamos a esos moluscos gomosos no podemos comprender la cara de éxtasis astronómico de los que saborean esos bichitos oceánicos. Nada de esto es demasiado grave.
Se trata de gustos y modalidades que no modifican un ápice de nuestro amor, odio o indiferencia por el "otro grupo", pero de alguna manera son las manifestaciones leves de un pecado grave: la intolerancia, la falta de comprensión por las necesidades del otro, y muchas veces originan discusiones absolutamente patéticas, grotescas y realmente evitables.
Si no podemos tolerar opiniones y gustos diversos de nuestros congéneres, ¿qué se puede esperar de posiciones antagónicas en cosas más trascendentes?
Nada más y nada menos que lo que vemos todos los días.
¿Sobre gustos no hay nada escrito? No estoy tan seguro.
* EL AUTOR ES actor y escritor
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