¿De quién es la culpa?
El diario La Nación publicó el día 9 de enero de 2003 la carta del lector René Juan Trossero en la que encontramos una versión más de nuestro eterno "dilema": los que no sirven no serían los argentinos, sino "solamente" sus políticos.
Sobre la misma, desde Alemania, nuestro compatriota el profesor Enrique Picotto nos la reenvía con algunos comentarios que reproducimos junto a la misiva original.
Enrique Picotto / Investigador argentino de temas históricos
Reside en Alemania.
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2 comentarios:
Señor Director: "El motivo de esta carta es poner en conocimiento de los lectores el código ético del político argentino exitoso, recientemente aprobado, aunque de vieja data en su práctica: "1.- Prometer lo imposible, engañando al pueblo para conseguir el poder con su voto. I) Si bien esto se repite desde hace por lo menos un siglo y medio, de vieja data en su práctica, como bien dice el autor, seguimos creyendo en la misma víbora que nos enroscaron una y otra vez, sacada siempre del mismo serpentario. Ciertamente, parecería que fuéramos todavía bastante pavos."2.- Mentir descaradamente, negando hoy lo afirmado ayer, y culpar a la prensa de malas intenciones y de interpretaciones erróneas. II) Ver I)"3.- Coimear en todas las oportunidades posibles, para promover el auge de la corrupción. III) Esto de la coima y la corrupción es como en el tango o en el adulterio, hacen falta dos. Rara vez un político coimea a otro político. En el trato hay siempre un político, y el otro es del "pueblo"."4.- Acomodar a familiares y amigos en puestos y cargos bien remunerados, aunque sean ineptos para la función encomendada.IV) Aquí vemos que aquello de que los "malos" fueran sólo los políticos, es camelo, pues todos los familiares y amigos acomodados no son precisamente políticos. De otra manera, no necesitarían del político venal, pues ya estarían acomodados. Quienes se prenden con el acomodo brindado por los políticos son del "pueblo", gente como nosotros."5.- Robar al país sin escrúpulos para enriquecerse ilícitamente y asegurarse el futuro.V) Esto fue siempre así desde Rivadavia con el primer gran empréstito. Si aún no ha cambiado, será porque estamos conformes con el sistema, y sólo chillamos cuando no podemos estar bien «prendidos de la teta». En cuanto nos prendemos, todo se tranquiliza: Bajo tu amparo no hay desengaños, vuelan los años, se olvida el dolor..."6.- Desprestigiar a todos los opositores, apelando a la mentira, la calumnia o cualquier otro recursos útil.VI) Es algo que no sólo hacen los políticos, sino que es más bien una costumbre nuestra muy generalizada: Fulano es un zombi, Mengano es un chanta, Perengano es comunista, o un imbécil, o un miserable, y con eso ya se sabe todo: no hay que presentar otro argumento ni prueba. Ver la nota de Grondona en La Nación del 8 de diciembre de 2002:http://www.lanacion.com.ar/02/12/08/do_456844.asp Para un argentino, ¿nada peor que otro argentino? ... La demonización del otro es la condición de la intolerancia porque sólo si lo demonizo podré justificar su exclusión."7.- Promover el hambre en el pueblo con la pobreza e idiotizarlo con una educación deficiente para comprar su voto con limosnas; clamar y entretener al pueblo con "pan y circo", y cuando escasea el pan, multiplicar el circo. VII) Ver I) y II) — Esto no ha sido exclusividad de los políticos, menos de los argentinos, y ni siquiera de nuestra época: la cita es de Juvenal, panem et circenses. Por nuestro pueblo y su educación, pocos fueron quienes realmente se preocuparon. De otra manera, la metrópoli, con lo que gastó en el Colón — por poner un ejemplo— hubiese hecho construir primeramente más escuelas. Sigue...
Para el "Circus Maximus" —porque no sólo el pueblo necesita circus— habría habido todavía tiempo. Se podrían haber definido las prioridades con más inteligencia, ya que si se moría Caruso, otros vendrían a cantar. En cuanto al panem, por ahora, no es que escasee, muy por el contrario: nunca se produjo más pan en nuestra historia. Hay mucho, muchísimo, sino que se reparte poco, porque al pan se lo necesita más bien for export, para seguir "levantando el muerto" con el hambre del pueblo, y ni siquiera esto es nuevo, ya que quien acuñóesta "modalidad" fue Avellaneda en mayo de 1876. En 127 años no aprendimos "un pomo": Hay dos millones de argentinos que ahorrarán hasta sobre su hambre y sobre su sed para responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros.En cuanto a lo que les hubiese importado en realidad la cultura y el bienestar del pueblo a aquellos que frecuentaban el Circus Maximus, para quienes se construyó, decía Sábato: [...] Yo no fui antiperonista por defender los privilegios, sino porque no podía soportar el despotismo y la expulsión de maestras y profesores por no someterse a las directivas del gobierno. En aquel movimiento hubo un justificado anhelo de justicia y de dignidad, frente a una sociedad fría y egoísta que explotaba a los pobres de la manera más denigrante, esclavizándolos en esa especie de campos de concentración que eran los yerbales y los quebrachales.Mientras tanto muchos intelectuales ([¿Ocampo, Borges &Co.?), en lugar de responder al drama de estos hombres, se habían entregado a sus propios y mezquinos intereses. Ernesto Sábato, Antes del fin /p. 96"8.- Comprar la Justicia para cubrirse las espaldas y poder delinquir impunemente. VIII) Ver III)"9.- Burlarse del pueblo en las fechas patrias, reuniéndose en los templos para cantar el Te Deum hipócritamente, agradeciendo a Dios "tantos beneficios recibidos" mientras la gente llora su desgracia. IX) Aquí habría que interrogar a aquellos que celebran los Te Deum e invitan indefectiblemente a estos "políticos" año tras año."10.- Perpetuarse en el poder para servirse de él, y evitar así que caiga en manos de algún irresponsable, que pretenda alcanzarlo para servir al pueblo." X) Salvo la costumbre que se estila desde1930, por lo general los"mandatarios"no arrebatan el poder, sino que son elegidos por nosotros mismos. Si no sabemos elegir mejor, qué culpa tendrán ellos mismos, que son quienes cumplen la voluntad popular y nos representan.Es más o menos como dejar propina en un local donde nos atiendan "comou el coulou" —porque no es cuestión de quedar mal delante de la gente— y "putear" después, afuera, cuando nos retiramos y no nos oye nadie: así, el local no va a cambiar nunca. El escándalo, si fuéramos capaces, habría que hacérselo al "patrón", adentro, y delante de todo el mundo. Pero, aparentemente, para eso "no nos da el cuero". Firma la carta René Juan Trossero LE 6.198.036
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