2.1. El cocoliche
El inmigrante intentó acriollarse (incluso en la década de 1920, Florida y Boedo disputaron por la herencia de Martín Fierro), y este nuevo tipo ítalo-criollo, el cocoliche, fue recogido por la pista del circo, como personaje añadido tardíamente al Juan Moreira. José Podestá atribuyó su creación al actor Celestino Petray. Según esta versión (hay otras, y esto avala en parte la pluralidad del tipo), el actor imitaba a un obrero calabrés llamado Antonio Cocoliche y apareció un día en escena vestido en forma extravagante y montado a caballo:
Cuando Jerónimo vio a Celestino
con aquel caballo y hablando de tal forma, dio un grito de indio y le dijo:
—Adiós, amigo Cocoliche. ¿Cómo le va? ¿De dónde sale tan empilchado?
A lo que Petray respondió:
—¡Vengue de
No hay que decir que aquello provocó una explosión de risa que duró largo rato. Si se le preguntaba cómo se llamaba, contestaba muy ufano:
—Ma quiame Francisque Cocoliche, e songo cregollo hasta lo cuese de la taba e la canilla de lo caracuse, amique, ¡afficate la parata! —y se contoneaba coquetamente[1].
En esta cita, queda claro el deseo de identificación del inmigrante con el gaucho, aquel desheredado de la patria que había cumplido su ciclo histórico en las Guerras de
Pese a que el cocoliche literario semejaba ser el reflejo de una lengua existente, no se puede identificar el uso real con el proceso estético. Desde la funcionalidad, el cocoliche escénico buscaba la risa, la hilaridad del público, mientras que el que se hablaba en las calles se sustentaba en la comunicación. Asimismo, diferían en la composición. El cocoliche real lo hablaban los inmigrantes, era su forma natural de expresarse con los otros, y el peso de las emisiones recaía sobre la lengua italiana o sus dialectos; en tanto que el cocoliche escénico surgía de autores y actores argentinos, hablantes de lengua española, que tomaban como base su lengua e introducían en ella caracterizaciones fónicas y léxicas del italiano.
Si bien el cocoliche fue una variedad prototípica, dadas la extensión en número de la inmigración y las proyecciones literarias, esa misma mezcla aparecía con otras lenguas y dialectos, en especial el galaico-portugués, y está recogida en algunos sainetes y también en la revista Caras y Caretas.
[1] Luis ORDAZ, Historia de
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