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24.1.08

TODOS TENEMOS QUE PARTICIPAR EN NUESTRA DEFENSA Y DESCONFIAR DE LA POLICIA

COMPLICIDAD POLICIAL INDISPENSABLE (Caja Negra))







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LEGITIMA DEFENSA

Nadie debería quedarse al margen de la obligación moral de salirle al cruce a una delincuencia ensoberbecida por su impunidad.
Enfrentarla debería ser una tarea en la cual confluyan sin exclusiones gobernantes y gobernados, o sea, un compromiso pendiente de la sociedad toda, máxime porque padece el acoso incesante de los malhechores.



La inseguridad ya es endémica


Primero pudo ser considerada una enfermedad temporal, cuyos picos más agudos solían coincidir con las épocas de depresión económica; más adelante, mucho más cerca en el tiempo, se la vio como una epidemia tenaz; ahora y a la luz de innumerables hechos concretos, la inseguridad delictiva se ha convertido en una endemia. Erradicarla, pues, requerirá tiempo y esfuerzos excepcionales.

Nadie debería quedarse al margen de la obligación moral de salirle al cruce a una delincuencia ensoberbecida por su impunidad. Enfrentarla debería ser una tarea en la cual confluyan sin exclusiones gobernantes y gobernados, o sea, un compromiso pendiente de la sociedad toda, máxime porque padece el acoso incesante de los malhechores.

Ni siquiera se puede hablar de áreas en las cuales el delito tenga preeminencia. Su amenaza es una presencia hiriente en la ciudad, en el conurbano y en el resto del país, con muy pocas exclusiones. Al contrario y como se ha señalado en otras oportunidades en esta columna editorial, la tenebrosa inventiva de la delincuencia, exacerbada por una generalizada impunidad sigue produciendo variantes de su malévolo quehacer.

Es el caso de los denominados secuestros virtuales, consistentes en hacerle uno o dos llamados telefónicos a la víctima para anunciarle que un familiar de ella ha sufrido un accidente. Esa insidiosa artimaña le da pie al interlocutor para averiguar datos personales del supuesto accidentado y, acto seguido, comunicar que está secuestrado y que para liberarlo habrá que hacer un pago en moneda contante y sonante o en tarjetas de telefonía celular. En más de una oportunidad, el afectado advierte la trampa -es frecuente que la comunicación provenga de una cárcel- y hace caso omiso de la demanda de los malvivientes; en otras, se concreta el pago a pesar de que el secuestro no ha sido tal. Metodología doblemente impiadosa: a la rapiña se suma la obvia inquietud de quien recibe la supuesta noticia. Por su naturaleza y características, esta maniobra rara vez es denunciada, sea por aprensión, por desentenderse rápidamente de la tentativa del o los delincuentes, o bien porque crece la tendencia a inferir que la denuncia a la policía es poco o nada eficaz.

Al margen de esa "especialidad" en particular, siguen activas otras modalidades menos sutiles y más apegadas al empleo indiscriminado de la violencia ("el apriete"), como recurso para amedrentar a las víctimas. Fue, por ejemplo, la táctica empleada hace pocos días contra uno de los integrantes de nuestro seleccionado de rugby, Los Pumas, Manuel Contepomi, cuando con su esposa, embarazada, ingresaba en su vivienda de San Isidro. Atado y amenazado, el rugbier fue despojado de cuanto había de valor, incluso el reloj que, al igual que a sus compañeros de equipo, le había sido obsequiado por el tercer puesto obtenido en el campeonato mundial.

Agrava la realidad actual la impiedad de los ladrones que antaño rehuían "mancharse las manos con sangre". La violencia delictiva, cabe reiterarlo, es extrema y no repara en edad, sexo o condición social. Anteayer, una joven comerciante boliviana fue asesinada en el camino de cintura por los asaltantes que exhibiendo una chapa de identificación policial interceptaron el auto en que viajaba.

El temor que suscita esa descabellada realidad oprime, degrada y apabulla a quienes -todos- lo padecemos. Sólo habrá de disminuir cuando los afectados sintamos que la seguridad retorna al lugar del cual nunca debió ausentarse. Para ello, será menester que las autoridades se avengan a formalizar políticas de Estado elaboradas sobre la base de cifras fehacientes y no desmerecidas por los falsos e interesados optimismos de los cuales suelen hacer gala ciertos funcionarios. Y, asimismo, que se comprometan a ponerlas en práctica con la solidaria colaboración de todos.

La Nación
CUANDO TERMINE LA COMPLICIDAD POLICIAL CON LA DELINCUENCIA ,LA INSEGURIDAD VOLVERA A SU CAUCE HISTORICO

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